jueves, 10 de febrero de 2011

Reflexiones sobre la libertad.

Los diversos conceptos que surgen de la idea de libertad forman una constelación vasta y a veces confusa, que intentaremos reunir de manera clara y simple a partir de una reconstrucción académica, filosófica, histórica, cultural y social de lo que significa la libertad.
Comenzamos por la definición sencilla de la palabra que nos da la Real Academia Española, que nos dice que es la “facultad natural que tiene el hombre de obrar de una manera o de otra, y de no obrar, por lo que es responsable de sus actos. Facultad que se disfruta en las naciones bien gobernadas de hacer y decir cuanto no se oponga a las leyes ni a las buenas costumbres.” Estas dos oraciones, en cuanto definición genérica de la palabra “libertad”, están ligadas al concepto político del término, que implica el reconocimiento de ciertos derechos pero también el cumplimiento de obligaciones, al mismo tiempo que incluye la idea de que mi libertad termina donde empieza la del otro.
Los griegos, en función de su época, contrapusieron el concepto de “hombre libre” al de “esclavo”. La condición de libre, en el sentido político, era la de aquél que ingresaba en la polis como ciudadano: poseía, por un lado, la capacidad de decidir y por otro la responsabilidad de hacerlo considerando la comunidad.
Si bien se puede remontar al siglo XVII, lo cierto es que la noción de libertad se difunde de manera amplia en el Siglo de las Luces, de la mano de la igualdad y la fraternidad. “Libertad, igualdad, fraternidad” es una de las divisas más proclamada durante la Revolución Francesa. Son conceptos interdependientes desde una perspectiva ética: no podemos pensar en la libertad sin generar desigualdad, entonces la fraternidad actúa como un engranaje que hace posible la promoción simultánea de la libertad y la igualdad. Entendemos el concepto de libertad como un derecho moral respecto de otra persona, no de nosotros mismos. Estaremos de acuerdo en que sólo si el hombre es libre es también moralmente responsable de sus actos, por lo tanto ser libre es ser responsable y supone una postura epistemológica frente a la realidad.
Históricamente, puede analizarse la noción de libertad desde dos visiones: la que la contempla como algo interior a la persona humana (cristianismo) o la que lo hace como algo exterior a ella; la que hace de la libertad algo metafísico y la que la considera una cuestión social (Hobbes); la que habla de la libertad de la voluntad y la que lo hace de la libertad del hombre (Sartre).
La tradición empirista, desde Hobbes, pasando por Hume y Mill, compatibiliza la libertad con la necesidad, de manera que ser libre no significa obrar sin motivo sino no sentirse coaccionado: una acción puede ser libre aunque esté causada por impulsos o motivaciones, siempre y cuando ninguna de estas cosas pueda considerarse una causa que predetermine necesariamente el curso de la acción (es decir, que coaccione internamente). Esto no significa que la libertad, para ser ejercida tal y como la consideramos, no deba estar limitada. La libertad absoluta, en este marco, no es posible. Si bien el equilibrio perfecto entre el derecho del individuo a actuar sin interferencias de terceros y la necesidad de restringir la libertad para poder vivir en comunidad no se ha encontrado aún, el concepto anárquico de sostener la sustitución del gobierno por una sociedad en la que cada individuo observe los principales principios éticos, es inviable.
Filosóficamente, Sartre plantea que la idea del hombre como un ser libre es una consecuencia del ateísmo, nadie nos ha marcado un destino irremediable, somos, en definitiva, lo que siempre hemos querido ser y siempre podemos dejar de ser lo que somos: el hombre está condenado a ser libre, en la medida de que concluye que no somos libres de dejar de ser libres. Así, hace al hombre radicalmente responsable de sí mismo. Kant, entiende la libertad como la capacidad de los seres racionales para determinarse a obrar según leyes de otra índole que las naturales, en el mundo de la experiencia no hay libertad porque todo obedece a causas pero, en el plano del pensamiento, ve la libertad como una exigencia de la moralidad. Dice Kant: “(…) todo ser que no puede obrar de otra suerte que bajo la idea de la libertad, es por eso mismo verdaderamente libre en sentido práctico, es decir, valen para tal ser todas las leyes que están inseparablemente unidas con la libertad, lo mismo que si su voluntad fuese definida como libre en sí misma y por modo válido en la filosofía teórica. ”.
Para Nietzsche, de acuerdo a la interpretación de Karl Jaspers, el hecho de que la mutabilidad del hombre no se agote en la variación propia de su existencia, según leyes naturales, significa su libertad: el hombre cambia por sí mismo. Toda la historia muestra que tal cambio se ha producido por la moral, entendiéndola como las leyes a las que se someten los hombres en su actividad y en su conducta íntima, de modo que sólo así llegan a ser lo que son. El mundo actual reconoce la moral cristiana. Aquél cuya fe vacila, admite, sin embargo, la moral como si fuese algo obvio. La modernidad, al tornarse atea, cree tener en la moral un terreno sólido que la sostiene y le permite vivir según las leyes de la misma. Nietzsche ataca la moral en cada una de las formas que le salen al encuentro, pero no lo hace para quitarles las cadenas que sujetan a los hombres, sino para impulsarlos mediante una carga más pesada: para que lleguen a una jerarquía superior. Al atacar y al negar lo que vivía como ley moral y como libertad en la autoconciencia humana, Nietzsche quiso concebir el ser auténtico del hombre: lo que llama libertad llegó a ser para él “creación”, en lugar del deber ser puso la “naturaleza”, sustituye lo que los cristianos denominaban gracia y redención de los pecados por la “inocencia del devenir” y en lugar de lo que en general es universalmente válido para los hombres, ubicó la “individualidad histórica” .
Para nosotros, la libertad es un principio.
En términos culturales debemos resaltar que la educación es un factor primordial para conocer la libertad. Quien menos “conozca” menos opciones tendrá, por lo tanto menos libre será a la hora de tomar sus decisiones. En el proceso de educar debemos fomentar siempre la tolerancia, el respeto, la autonomía y la independencia. Nosotros respetamos y fomentamos la libre expresión y el espíritu creador en el marco de la tolerancia.
Personalmente, creo que podemos encontrar tantas definiciones de la libertad cuanto personas haya, en la medida de que lo que en definitiva importa es que cada individuo se sienta libre (además de la libertad que le es otorgada la conciencia de poseer tal estatus es fundamental). En este sentido, entiendo que la libertad no es un fin, es un medio y los medios no resuelven problemas sino que preparan los caminos para resolverlos.
Dejo, por último, una reflexión de Jacques Bénigne Bossuet que sobre la libertad dice:
El buen uso de la libertad cuando se transforma en hábito se llama virtud; el mal uso de la libertad cuando se transforma en hábito se llama vicio.
Sigamos defendiendo la virtud tratando de evitar el vicio.
Muchas gracias.
Enero 2009
VD

No hay comentarios:

Publicar un comentario