sábado, 31 de diciembre de 2016

2017

...y así, sin querer queriendo estamos en la segunda mitad de la década...no hace mucho miraba el 2020 como algo muy muy lejano y ya casi estamos.

El 2016 ha sido un año de aprendizajes, grandes, definitivos, algunos lapidarios, otros iluminados. Mein lieber Nietzsche la humanidad sigue siendo estúpida y básica...no ha avanzado un ápice en el sustantivo...la religión sigue envenenando neuronas y alimentando odios...toda la apuesta en este siglo solo te reafirma en la crítica del tuyo...el hombre del 2000 iba a entender...lamentablemente, este hombre, entiende cada vez menos.

Leider sagen...aber ecce homo...absurdamente miope, dolorosamente egoísta, irritablemente simple. Mientras, vamos quedando en círculos cada vez más reducidos, somos cada vez menos los que hablamos el mismo idioma.

El observar en silencio y reaccionar en la discreción es la consigna. El 2017 es, una vez más, una nueva oportunidad para ser más humanos...aunque pocos entiendan lo que hay detrás de tal adjetivo...

Que sea una gran año en cada uno de sus mundos.

viernes, 2 de diciembre de 2016

Me robaron

Nos han robado lo más importante que tenemos como raza…y no nos damos cuenta.

La vida era mejor cuando la única forma de saber del otro era levantando un tubo para escuchar su voz o tocando a su puerta para verle. Más llevadera y con sentido...consistencia.

Soy mujer de otro tiempo, de diálogos profundos, de escucha atenta, de valorar los tiempos, de cuidar. Me siento totalmente desencajada en estas sociedades que corren y no se detienen a mirar la puesta del sol, que mira y comenta más lo que te rodea, en vez de valorar lo que te hace ser, que no razona al tomar decisiones en función de lo humano, de prioridades básicas, siempre presta a la crítica sin mirarse al espejo…no la entiendo, no me gusta.

Nos robaron la humanidad, me robaron los abrazos, me robaron el tiempo que encontraba en la gente, en su interés por desanudar tristezas, por mostrarme la mitad del vaso lleno cuando solo podía ver la mitad vacía, me robaron los desayunos compartidos de risas y puestas al día, me robaron el tiempo…no lo entiendo, no me gusta.

Me siento rodeada de mucha miseria…poco corazón, poca humildad, poca empatía y no sé cómo salir, habrá en algún sitio otros mundos en lo que pueda sentirme mejor...pero no sé dónde están. Me han robado, no sé cómo empezar de nuevo, estoy perdida en un gran y silencioso vacío. No lo entiendo, no me gusta.


No me cuestiono el camino que decidí tomar, sólo vino a mostrarme que éste no es mi lugar.

domingo, 14 de agosto de 2016

Que no se enfríe el corazón


El día a día nos hace olvidar alguna cosas básicas y necesarias, instintos primitivos que anulamos con el celular, la tele, las necesidades de nuestros hijos, el trabajo… Una es el abrazo, ese momento en el que se dice tanto sin palabras, que se da y recibe al mismo tiempo, que reconforta y mima el alma. Las caricias y los besos quedan de lado sustituidos por actos mecánicos a los que los corre un tiempo ficticio, sin ternura. El don de la palabra se menosprecia y se dice más con lo que no se verbaliza…dejando a la libre interpretación del estado de ánimo del destinatario, su significado. En un tiempo en el que tantas cosas parecen evidentes, en el que los te quiero se ahorran porque son obvios y los emoticones sustituyen emociones que solo deberían tener sentido dichas con la mirada puesta en tus ojos, hay que cuidar que no se nos enfríe el corazón.

Una muy querida amiga/madre/abuela me lo repite con alguna insistencia: no permitas que se enfríe tu corazón. Creí entender desde el primer día lo que quería decir…ahora le encuentro otro significado, no menos triste, al verlo en otras personas y me urge sacarlo de mi sistema, como una especie de exorcismo que proteja al mío de cualquier contagio. 
Cada vez más gente se siente sola rodeada de gente, no encuentra espacios (porque no se los da, no se los permite), o no sabe qué hacer consigo misma si de repente está en genuina soledad. Y la soledad no es para todo el mundo. Es necesario, y hasta sano, saber disfrutar de estar consigo, sin embargo, no deja de sorprenderme la soledad acompañada de tanta gente…y cuando soledad se instala, después de un tiempo, en tu corazón, lo enfría...perdemos ese vínculo entre lo interno y lo externo de nosotros mismos y es un camino muy difícil de desandar.
Voy a preferir siempre la honestidad, la verdadera amistad, el amor en su sentido mayor, más puro y asexuado, si es más genuino que un acto disfrazado de ternura que solo suple una necesidad, porque ése es un primer escalón al que no me quiero habituar. Nadie debería. Los besos y los abrazos no pueden tener horarios y este siglo está empecinado en ponérselo a todo, está en nosotros permitírselo...o no.  
  

sábado, 21 de mayo de 2016

Hasta siempre Miguel

La madrugada del viernes 20 escuché mi teléfono sonar con varios mensajes....entre sueños, recuerdo haber pensado ¿qué habrá pasado? pero los brazos de Morfeo me retenían aún demasiado como para responderme. Amanecí rato después y efectivamente tenía varios mensajes que me anunciaban, desde otros horarios, desde otras tierras, las suyas, que Miguel de la Quadra Salcedo había muerto...Para todos lo que fuimos parte de su sueño, representa el hilo conductor que nos mantiene unidos 27 años después, somos los hijos de su idea, de su visión de mundo, de su visión de lo que el mundo debería ser, de lo que podía ser: una mancomunión de culturas y nacionalidades aprendiendo a respetarse desde el conocimiento de lo que realmente importa, quiénes somos como personas.

Moldeó así muchos destinos, es responsable de gran parte de lo que somos hoy y resulta difícil dejarlo ir. Era nuestro capitán, mi capitán, un Señor con todas las letras. Su huella está en mi corazón desde hace 27 años, más de la mitad de mi vida y ahí seguirá. Gracias a él puse por primera vez mis pies en Europa y me abrió la puerta de un país que siento propio desde entonces. Portugal ha sido y es mi otro lugar en este mundo y si no fuera por Miguel pocas hubieran sido las chances de que diera con él. Le debo mucho y le agradezco todo, lo guardo en mi corazón con el fuerte abrazo que no llegué a darle.

Hasta siempre Miguel, cosechaste lo que sembraste: admiración, respeto y más amor del que cualquier persona puede recibir, de ambos lados del océano.