lunes, 31 de diciembre de 2012

2013 y seguimos avanzando.

Venía sola por la ruta, ya comenzando mis vacaciones y en el divagar mental recordé un libro que leí hace algunos años cuyo título era el eslogan de la empresa que lo patrocinó y que decía "la vida te despeina"...pocos mejores logrados. Y aunque a veces pareciera que usara un cepillo de alambre...vale la pena. Cada año que pasa nos hace más sabios, lo cual debería darnos tranquilidad, una renovada paz interior que surge de la certeza de haber hecho lo que pudimos. En el acierto o en el error, un año más, peleamos. 

También recordé el mensaje de los amigos de Dove, que junto a un útil pack, venía en una sobria tarjeta: "ayudaste a las mujeres a sentirse mejor, inspiraste a una amiga, hiciste que más de una mamá se sienta orgullosa de sí misma, emocionaste, abriste un mundo nuevo ante los ojos de muchas, hiciste que algunas crean más en sí mismas". Y...es probable que así sea. Las mujeres tienen la capacidad de mirarse y entenderse, solidarizarse o hacerse cómplices sin decir palabra. El punto es que, digo yo, la vida también te sorprende, y está en nosotros ponerle más peso al signo positivo en el balance anual y no exagerar con las pretensiones para el año siguiente, poniéndonos metas tan difíciles de lograr que nos frustran antes de empezar. Seamos realistas, querámonos más, aceptémonos más, sepamos de lo que somos capaces...

Ojalá el 2013 no deje de despeinarnos y sorprendernos, de reunirnos y hacernos cómplices, de mimarnos el espíritu y alimentarnos el alma, teniendo presente que, más allá de los obstáculos o vías rápidas que nos esperan, somos nosotros quienes decidimos si la dejamos hacer o la peleamos, si la disfrutamos o la sufrimos. Creo que de eso se trata el mensaje que reza "cada año es una hoja en blanco, la historia la escribís vos". 

Un mejor año para todos, sigamos avanzando.


viernes, 30 de noviembre de 2012

Sobre Octavio Morató Rodriguez


Presentación del libro "Dilemas de la intervención estatal en la economía" del Prof. Marcos Baudean.

Hace unas semanas cuando Baudean me pidió que hablara de su libro me dio una doble grata sorpresa, finalmente lo presentaba y me honraba con unos minutos para contarles sobre mi bisabuelo, Octavio Morató, quien ocupa gran parte de su trabajo.

Comentábamos con Marcos que Morató es una persona conocida entre los especialistas en temas económicos, ya que como él mismo lo expresa en su libro “no solo fue una de las máximas autoridades del BROU a lo largo de 20 años, (de un BROU que era el emisor de moneda) sino también  uno de los economistas más influyentes de su época, referente permanente en cuestiones bancarias y financieras y activo participante en múltiples actividades académicas, políticas y técnicas a nivel nacional e internacional.” (pág.147)  Es una persona conocida, entonces, por su trabajo y su aporte, pero pocos conocen su persona. He aquí entonces lo que Marcos me encomienda, presentarles un Octavio Morató que,  en todo caso, explica mucho aspectos puestos en valor en este trabajo. Hay principios, maneras de pensar y vivir que se reflejan en nuestra vida privada y profesional  sin que podamos evitarlo, ni siquiera a veces, percibirlo.

Morató, entonces, fue un hombre que se hizo a sí mismo. Nació en Río Branco en 1871. De joven trabajaba en un almacén, llevando las cuentas, cuando el padre de uno de los que sería de los amigos más cercanos a la familia (hasta el día de hoy) Piaggio, lo insta a estudiar y perfeccionarse.  Se recibe entonces de Perito Mercantil y comienza a trabajar en el Banco Comercial como auxiliar, donde ya trabajaba su hermano. Cuando llega al Banco República, es un hombre con experiencia,  en 1896, como Jefe de la sección Responsabilidades, ocupando la Gerencia desde 1912.  

Entre estos años Octavio Morató Rodríguez se casó y tuvo su único hijo. Se casó con Adela Rodríguez Sanz, quien fuera una de las primeras mujeres feministas del Uruguay, junto con las hermanas Luisi. Esto dice mucho de por sí. Por momentos parece haber sido un hombre fuera de época, por otros, que la entendía a la perfección. Adela era su prima hermana, algo común en aquellos años, lo que hizo que su hijo, llevara su mismo nombre: Octavio Morató Rodríguez. Era una mujer especial, que amó a su marido con la misma pasión con la que luchó por los derechos de su género…y así lo dejó escrito. En las largas jornadas laborales de mi bisabuelo, se mandaban cartas contándose cuánto se añoraban y ansiaban la llegada del descanso para reencontrarse, en un Montevideo que parecía tener horas y distancias más largas, de las que concebimos hoy en día. Tanto fue así, que cuando mi bisabuelo murió, en 1943, ella lo acompañó pocos meses después al no soportar su ausencia. Tomó cianuro, le escribió una carta a su hijo y llamó al hijo de Piaggio, para pedirle que cuidara de Octavito.  

La casa de mis abuelos estaba bañada de su impronta y yo crecí allí con muchas de sus historias. Morató era un hombre de una sensibilidad y una humildad de destacar, Adela una mujer de carácter y firmes convicciones. Una de las anécdotas que más se repetían en la casa de mis abuelos, era que Adela iba a protestar a la plaza de los Bomberos contra la dictadura de Terra y que el propio Terra llamaba a Morató para pedirle que calmara a su mujer porque no quería tener que encarcelarla. Otra, cuenta que mi bisabuelo era muy distraído a veces, dirían unos, que no dejaba nunca de trabajar, dirían otros, y así llegó a saludarse a sí mismo en un tremendo espejo que había al pie de la escalera del Hotel Parisien. 

Raúl Montero Bustamante lo describe en su aspecto de hombre de mundo de manera diáfana, y mucho mejor de lo que yo soy capáz de hacer en este momento, en el prólogo que le dedicara al libro “El mecanismo de la vida económica”, de la siguiente manera: “Demostró su comprensión, su agilidad mental, su sentido político en la alta acepción de esta frase, su clara videncia, y afirmó su posición de economista y sociólogo para quien la economía política no es una disciplina rígida e inflexible, sino una ciencia en constante evolución que debe adaptarse a la realidad del hecho histórico y defender, antes que nada, la integridad física y moral del hombre y de la sociedad. (…) Durante casi cuarenta años platicamos diariamente sobre los más variados tópicos, porque ha de advertirse que era éste un hombre de cultura universal a quien interesaban tanto las ciencias como las artes, y que seguía, además, atentamente, el movimiento general de las ideas y el desarrollo de los sucesos en todo el mundo civilizado. Su biblioteca se nutría constantemente y su pluma no cesaba de correr sobre las cuartillas. (…) Huía de las ideas generales y procuraba, mediante el esfuerzo propio, adquirir y definir el concepto personal y concretarlo en fórmulas precisas que tenían para él, el valor de verdades que defendía con serena convicción; pero no era irreductible a la revisión, y aun a la rectificación de soluciones cuando descubría que su posición ofrecía algún punto vulnerable”.

Baudean se pregunta en su estudio, a raíz de la posición de Morató frente al llamado Pacto del Chinchulín, si era un hombre de política o un burócrata al servicio del Estado. Si bien entiendo que es una pregunta retórica, creo que cabe reafirmar que era un hombre de Estado que, más allá de su filiación colorada, anteponía lo que entendía era para el bien general.  Más adelante, lo expresa directamente Marcos, cuando afirma que para Morató, el ente autónomo es el lugar por excelencia del interés público, entendido como el interés nacional más allá de la divisa.

Perito mercantil, Contador Público, Dr. en Economía Honoris Causa, fue un hombre que se preocupó en estudiar y escribir, además, sobre temas como el alquiler, los conventillos, el ahorro, las casas para obreros, el municipio y la vivienda, sobre la obra de Emilio Reus, entre muchos otros temas recopilados bajo el título “Los problemas sociales”, en 1911. Esta sensibilidad se expresa, por último y también, en la fundación del Club Banco República, de la que es responsable, porque siempre pensó en el bien de sus funcionarios.

No me resta más que agradecer infinitamente a Marcos Baudean por darme esta oportunidad de reencontrarme con mi propia historia, y ofrecer esta obra que intenta, también, lograr hacer aquello que Quijano reclamaba ya en 1966 diciendo que a Morató no se le había hecho la justicia que merecía.

Muchas gracias.


jueves, 15 de noviembre de 2012

¡Por fin lunes!

Y sí...nunca pensaste que algún día lo dirías pero sí...En esta etapa de niños chicos, cuando las maestras te dicen el viernes de tarde "que descansen el fin de semana" sólo podés mirarlas con cara de circunstancia...
Por un lado es probable que para ellas aún sea un descanso y entonces no da ni explicarlo, por otro vos sabés que no vas a parar.

El sábado te dará tregua en cuanto a la hora para despertarte, al menos en el hecho de no tener que vestirte y vestir a tus hijos ya...te podés tomar otro tiempo para desayunar y arrancar...lo que no podrás evitar es el verbo. Que el grande tiene fútbol y hay que ir a la cancha, que el chico se aburre y tenés que perseguirlo para que no se meta en el medio del juego. Que quedaste en almorzar con los abuelos, que en la tarde uno de los tuyos invitó a un amiguito y, no sabés cómo, terminaste con tres. Al mismo tiempo el chico reclama que quiere que lo lleves al parque, que le pongas por enésima vez la peli de Toy Story y le hagas la merienda, ¡todo al mismo tiempo! Cuando despediste al último amiguito y pensaste que podías sentarte en el sillón a cebarte  dos mates en silencio, te das cuenta que tenés que empezar a preparar la cena, correr a tus hijos para que se bañen, cuando no bañarlos vos, darles de cenar y rogar que se desmayen para hacer lo propio a continuación...¡ja! Y todavía fata el domingo...

Si te tocó crecer en una familia tana...te tocó recibir a la familia ¡el domingo!

Vos sabés qué te espera el fin de semana así que es imposible que de tanto en tanto no abraces al lunes como tu salvadora esperanza de descansar (ahora sí) del fin de semana.

viernes, 21 de septiembre de 2012

El mundo en tus manos

Estoy leyendo tres libros bien diferentes, dos de ellos hace ya mucho...porque en el fondo, no los quiero terminar. Así comencé un tercero y sigo sumando en lo que ya va tomando forma de torre en mi mesa de luz. Es que los libros son mágicos y a veces pasa eso...te atrapan tanto, te hacen viajar tan lejos que no querés que ese encanto termine. Ya les conté que viajé por Europa del Este con Milo Dor, que descubrí un México mágico, de colores cobrizos en el tono suave y ondulante de Ángeles Mastretta, un Portugal duro y al mismo tiempo apasionado en la voz de Saramago, otros tiempos, otras miradas, otros sonidos, muchos colores, todos distintos. También viajo en el tiempo y me fascino con otras lógicas, y las entiendo y me divierto, cuando no me asombro y descubro historias detrás de la historia y personajes anónimos que fueron base de sus protagonistas.

Los libros te acercan un mundo, muchos mundos a tus manos, tantos cuantos quieras. Es tan difícil hoy en día, en medio del mundanal ruido de la vida cotidiana, hacerse un rato para leer un libro que casi, ese momento, se ha transformado en toda una ceremonia. Tomarlo en tus manos, abrirlo donde quedaste, sentir el perfume de las hojas...y dejarte llevar por sus líneas. Allá voy...

miércoles, 5 de septiembre de 2012

Papi y mami

Recibí uno de esos mails que circulan anónimos con sentencias más o menos lapidarias sobre todos los temas que uno pueda imaginar, que hablaba con cierto humor negro, de cómo la relación padres/hijos se ha venido deteriorando en la medida que cambiamos las denominaciones de nuestros mayores.

Entonces cuando el padre era padre la cosa era una, cuando pasó a ser papá la cosa cambió, ya no le pedimos permiso, le informamos decisiones ya tomadas...ahora apareció el papi y entonces sí...se pudrió todo. Estamos en la era del papi/mami en la que los niños piensan que tienen un lugar de igual en la manada...desafían a los 7 como si tuvieran 17 y nos descolocan. Mmmm...pienso. Soy conciente de que en la era del padre/madre a veces se confundía la autoridad con el autoritarismo, la firmeza con la violencia....pero tampoco es razonable que los chicos de hoy tengan un séquito de profesionales atendiéndolos (psicólogos, psicomostricista, fonoaudiólogo) porque los padres (y los colegios) no saben qué hacer con ellos. Entonces ¿el punto intermedio es el papá/mamá? En esta generación nos estamos pasando...creo que eso no admite discusión..., tomando esta descripción, me siento nieta de un padre/madre e hija de un papá/mamá...que ahora es mami de dos y, es cierto, algo pasa con la transmisión de autoridad, la velocidad a la que van (o la lentitud con que reaccionamos nosotros), en definitiva algo pasa y es difícil encontrar el punto de la i...

Algunos creen que explicamos demasiado a nuestros niños, que quizás estaría bueno que algunas decisiones fueran simplemente porque así lo decidimos, sin más. Los niños son nuestro reflejo, si desafían demasiado es porque se lo permitimos. Cuestiono siempre cuando una madre me dice que no puede hacer que su hijo haga los deberes, o se bañe, o se vista en tiempo y forma...si esto pasa es porque ese niño sabe que puede hacerlo. Claro, da más trabajo hacerse cargo y es siempre más fácil echarle la culpa a otros (personas o instituciones). Hay que dejar de decir que la culpa la tiene el tiempo que viven, la sociedad en la que están inmersos o las instituciones educativas. Puede ser que tengan mucho que ver con los cambios que vemos, pero los responasbles primeros somos nosotros mismos, quienes construimos los espacios, que el mensaje correcto llegue es nuestra responsabilidad y esto no solo se manifiesta verbalizándolo, a veces basta con la actitud y las acciones cotidianas.

Si nosotros intentamos ser mejores personas cada día, ellos también lo intentarán, quizás no hoy, tampoco mañana, pero si el mensaje llega en algún momento provocará la reacción esperada. Podemos ser papi o mami sin exagerar y si no perdemos el eje de nuestro rol fundamental: educar.

jueves, 30 de agosto de 2012

Mi hermana y yo (p190)

Si yo no fuera César sería Cristo, el socialista, montaría un asno y cabalgaría hacia Jerusalén con Carlos Marx. La lujuria del poder de los marxistas iguala el ansia de poder de los nietzscheanos, pero prefiero cabalgar a Jerusalén en un corcel árabe que en un asno proletario. 

miércoles, 11 de julio de 2012

ANA

Un queridísimo amigo me dijo el otro día satisfecho: "Encontré mi Ana". No hay mejor cosa que nos pueda pasar.

Ana es quien te enseña que lo que estás mirando es un prisma y que, por lo tanto, tiene otras caras, ergo, otras maneras de mirarlo. Es la que te enseña a caminar distinto, mirando cada problema de frente para poder encararlo, solucionarlo y seguir adelante. Ana es la que, en algún momento, te hizo entender que aquello que no podemos cambiar debemos aceptarlo sufriendo lo menos posible...Con quien aprendiste a ponerte esas mochilas sin que te pesen, para poder cargarlas el tiempo que el guionista de Dios haya decidido que así debe ser. Después de todo eso, Ana es tu bastón, porque a veces la vida se divierte con nosotros, y nos da empujones que nos hacen tropezar dejándonos cojos...y mientras recuperamos el equilibrio, Ana siempre vuelve para que nos apoyemos en ella...A ver, encontrar tu Ana es un privilegio.

 Mi Ana me dijo una vez: "Todos estamos, al final del día, cuando apoyamos la cabeza en la almohada, solos con nosotros mismos. Todos, en algún punto, nos encontramos solos cuando debemos tomar decisiones fundamentales." Por eso, Ana también es ese rincón donde aclarar las ideas, ordenarlas y proyectar escenarios. Es un refugio, tu refugio, donde sólo podés ser transparente.

 Ana puede parecer sólo un concepto, pero está representado por una persona, que luego de todo el camino recorrido se hace un lugar en tu corazón que nunca más dejarás que abandone, porque te da calor cuando tenés frío, porque mima tu alma y alimenta tu espíritu, porque te ayuda a crecer y avanzar...y vos lo sabés.

 Ojalá todos encontraran su Ana.

viernes, 8 de junio de 2012

Latinoamericanización del sur de Europa


Hace unas semanas estaba almorzando con dos europeos, del sur de Europa, que me comentaban que ya se hablaba de la latinoamericanización de esa parte del continente. Conversando con otros, luego, me hicieron el mismo planteo apuntando inclusive al cambio de percepción que ellos experimentan de sí mismos en aspectos cotidianos, como la vestimenta y la educación. Es una expresión que suena desde el vamos como mínimo complicada.

Así, revisando la prensa europea, me topo con un artículo de El País cuyo titular es “Estalla la Euroguerra Fría”, de Claudí Pérez. Un poco fuerte como expresión, aunque se refiere a aspectos económicos y políticos, la metáfora encierra la base de un enfrentamiento entre Grecia, por un lado, y la Unión Europea (léase quizás Alemania), por el otro, que calificarlo de guerra fría resulta provocador.

Queda claro ya, a estas alturas, que la crisis europea, no sólo queda en lo económico y que se profundiza afectando aspectos más subjetivos y tangibles para el ciudadano común, que trascienden el bolsillo de cada uno. El planteo de Naim sobre esta latinoamericanización de Europa (toda ella), pasa por el manejo que se le ha dado a las respuestas políticas y económicas de la crisis. La decisión de cometer los mismos errores de América Latina fue, según este autor, “atender las crisis con medidas parciales y fragmentadas y pensar que es posible posponer indefinidamente las decisiones más impopulares.” Esto es lo que ve que pasa hoy en Europa, “basta ver lo que está sucediendo en Italia (…) para reconocer la experiencia Argentina, (…) pero más temprano que tarde, la realidad se impone y las medidas parciales fracasan. (…) Atacar uno o varios de los males de la crisis dejando intactos a los demás no funciona y prometerle a un país austeridad casi perpetua para pagar las deudas a los extranjeros tampoco.”  Así explicaba el año pasado de dónde salía este concepto  que, hoy constato, se extiende a otros aspectos muy distintos y, quizás, más riesgosos. Aparece la desmoralización, el pesimismo e inclusive el menosprecio entre los propios europeos del norte al sur y del sur hacia este lado, porque no vamos a dejar de reconocer que hablar de “latinoamericanización” refiere a características de estas latitudes (negativas y rodeadas de cierto aire despectivo).

Ahora bien, sin darle demasiado espacio a otras voces que hablan del resurgir de grupos neonazis, de la postura arrogante de Alemania o de la victimización de los griegos, intentemos poner un poco de objetividad en el análisis preguntándonos ¿de qué se trata todo esto? Es difícil no generalizar y mezclar olivas con bananas.

 Europa es y sigue siendo la cuna de la civilización occidental, esto no quita otros aspectos. El norte siempre fue distinto del sur, esto no es de ahora. La referencia a la latinidad, en su origen, hace a las lenguas y culturas que colonizaron esta parte del planeta y, en este sentido, sacando a Grecia, el sur de Europa fue latino siempre, es decir, nosotros somos latinoamericanos por ellos. Teniendo claras estas premisas, avanzamos sobre lo que implica esta latinidad del sur europeo, que no es de hoy y que quizás la crisis solo la puso en evidencia. Hace diez años cualquiera que viajara por Europa y se trasladara de Lisboa a Nantes podía notar ciertas diferencias obvias en cuanto a la pulcritud de las calles, el orden vial, la educación de la gente, la ética exacerbada. Lo mismo si el recorrido iba de Madrid a Ámsterdam, de Roma a Estocolmo o de Atenas a Munich. De hecho, y en el fuero interno cada uno sabrá reconocerlo, solemos sentirnos más cómodos en España, Portugal o Italia que en Suecia o Alemania, es decir, culturalmente hablando estamos más cerca. Y esto no es una casualidad, somos hijos de ellos. No es lo mismo, claro está, son europeos y están en Europa, con todo lo que ello implica. Pero dejo planteada una reflexión: la crisis ¿no puso en evidencia una idiosincrasia que siempre estuvo y que solo quedaba soslayada por la bonanza económica de los fondos europeos? Esto es así en ciertos aspectos porque hoy la latinidad del sur de Europa ya no se refiere solo a aspectos de corrupción política y económica, también comienza a afectar (y aquí es donde pongo el llamado de atención) aspectos que hacen a la moral de la sociedad, psicológicamente riesgosos.

Algunos españoles me han hablado de que la crisis les ha traído cambios hasta en su forma de vestir, que al lado de un alemán, se parecen más a un colombiano/caribeño (interprétese aquí lo que el lector sienta que esto pueda querer decir).  El tema llega a la educación, la desigualdad, quiénes sufren más…todos discursos muy conocidos para nosotros. He aquí la comparación y la identificación con esta idea de lo que es (y claro, generalizada) América Latina. Entonces, hay una trampa en la expresión misma porque no podemos latinoamericanizar lo que siempre fue latino, por un lado, y por otro la idea que se generaliza termina siendo demasiado subjetiva lo que lleva a una desmoralización riesgosa. Es lo que Gordon Brown llamó la “bancarrota moral”, quizás más peligrosa que la presión ejercida por las medidas de austeridad (o gracias a ellas).

Plantear la división de Europa en dos bloques monolíticos, como hace Pérez en su artículo, tampoco ayuda: el estallido de la euroguerra fría está lleno de expresiones exageradamente sensacionalistas del tipo “la salida de Grecia del euro crearía una Somalia en Europa”, “guerra civil”, “vuelta de la desestabilización de los Balcanes”, que aunque sean escenarios posibles (si nos ponemos estrictos, esto es innegable) son evitables y por supuesto, no deseables. Sin embargo hace un planteo que resume lo que quiero destacar en este artículo: el desencanto funciona como una losa que está solidamente incrustada en la ciudadanía, el demos europeo, y va a costar mucho deshacerse de ella. A lo que yo agrego un elemento no menos importante e igualmente peligroso que es la pérdida del espíritu europeísta que ese desencanto trae consigo.

En definitiva, el concepto que encierra la expresión de nuestro título es equivocado porque América Latina y el “mito” que la envuelve desde la mirada europea no sale de una probeta. Lo importante aquí es atacar este punto, ser equilibrado y serio. Saber reconocerse ayuda a ir hacia delante. No se debe permitir que esta idea se incruste y perdure en el espíritu de los europeos del sur y haga mucho más difícil ver la luz al final del túnel, por más lejana que parezca y por más largo que sea el camino que aún quede por recorrer.



Moisés Naím, Diario El País



domingo, 3 de junio de 2012

Mi hermana y yo (cap. 6 /34)

"Si tuviera el medio de hacerlo, no solo quemaría todos los libros de historia, sino que arrancaría todas las pinturas famosas de las paredes de los museos, sacaría todos los libros de los anaqueles de las librerías y los archivaría todos en sótanos. De este modo quizás nuestro pequeño mundo tendría un nuevo gran comienzo. Dejaría en su lugar las estatuas. Sin ellas volveríamos a nuestra posición cuadrúpeda."

...y más de un siglo después, seguimos sin entender nada.

Filosofando con Nietzsche.

Un gran amigo me dijo el otro día que disfrutaba de mi capacidad de leer conductas humanas. Además del halago que representa por venir de quien viene, es cierto que es una parte fundamental de casi todos mis análisis. Poca gente ha entendido y entiende que yo pueda disfrutar y divertirme con Nietzsche...y tiene mucho que ver con eso. Lo he leído desde casi siempre ya pero sobre todo he leído mucho sobre él, su vida, su entorno, su Europa. Esto hace que se pueda entender mejor lo que dijo, al punto de identificar su cinismo y su ironía. En todos sus textos hay maravillas, sentencias absolutas que no dejan de encerrar alguna verdad, inclusive muy aplicable a nuestros días. A Nietzsche hay que saber quererlo, leerlo y entenderlo. A partir de allí se logra divertirse con él, inclusive cuando no fuera su objetivo el provocar estas reacciones. Por eso me hago este espacio, un espacio muy mío...mein lieber Nietzsche.

domingo, 11 de marzo de 2012

La isla

Vivo en un barrio en el que queda un reducto de aquella vida de barrio que hicimos cuando éramos chicos, cuando las puertas no se trancaban, cuando las casas no tenían rejas....es un reducto de apenas cuatro manzanas que se juntan en el viejo almacén de la esquina, atendido por el mismo dueño que me vio crecer y, ahora, su hijo, que creció conmigo. Una isla en este mundo de rejas, miedos, donde el titiriya ya está, ya está, el rin raje, la payana en el murito del vecino o el cordoncito en la cuadra quedaron en el recuerdo como un eco que resuena en los oídos de los padres que lo vivimos, y que hoy nos resistimos a reconocer que ya no se pueden jugar.

Esta isla también tenía y mantiene algunos de los personajes típicos del barrio de los 80's. Uno de esos personajes nuestros era "la pocha"; una vieja que siempre fue vieja, desde que tengo memoria, que recorría las cuadras con su chismosa haciéndoles los mandados al veterinario, al panadero, averiguando y, claro, comentando, vida y obra de cada uno de los que habitamos las cuatro manzanas. Hace pocos días supe que "la pocha" había muerto...y eso me hace reflexionar. Porque "la pocha" era de los últimos vestigios que nos quedaban de aquel barrio en el que crecí, la veía todas las mañanas con su vestido/túnica (debía tener varios iguales) y su chismosa y su mano cerradita con sus anotaciones de a quién debía jugarle o comprarle qué. Todos los barrios tenían su "pocha".

En la isla, mi isla, intentamos mantener a fuerza de voluntad algo de esa convivencia pacífica, de una confraternidad identitaria convocándonos sin decirlo, en las tardes agradables, en la esquina del almacén donde los niños aún aprenden a andar en bicicleta, en triciclo o se juntan para jugar carreras a media cuadra de distancia, mientras conversamos, tomamos mate o un refresco. Intentamos mantener aquello cuando los hombres de las cuatro manzanas se reúnen una vez al mes a comer un asado en la calle, hecho en un medio tanque, cuando el tiempo lo permite y en la casa de alguno en invierno, con la buseca del que mejor sabe hacerla.

 Es un privilegio seguir en esta isla que los nuevos vecinos reconocen al poco tiempo de haber llegado entrando en este clan de solidaridad y buena vecindad que casi no existe en estas sociedades consumistas, individualistas y egoístas. Un lugar en el corazón de la cada vez más reducida Montevideo que solemos recorrer y utilizar, donde los niños aún pueden experimentar un dejo de aquello que hicimos nosotros cuando tuvimnos su edad...aunque lamento reconocer que habrá chismosas, pero ya no habrá más pochas.

lunes, 23 de enero de 2012

Momentos

Esta tarde estaba viendo una película con el objetivo de desenchufarme un poco y una escena llamó mi atención cuando una de las protagonistas le dice a otra "tienes demasiado tiempo libre". Me acordé enseguida del comentario furioso de una amiga cuando su madre le dijo que se quejaba demasiado de sus hijos para tener una empleada 8 horas por día...y pensé: por qué la gente siempre tiende a menospreciar la situación del otro con respecto a la suya propia. Por qué costará tanto ponerse en el lugar del otro y atender su mundo, porque en su mundo lo que para uno puede ser sólo un simple problema para el otro puede ser su peor pesadilla y más allá del problema en sí, lo que debería importar es cómo se siente y qué podemos hacer para que no le pese tanto. No siempre es menos o más, a veces sólo es distinto. Entonces sí, puede ser que nuestras madres criaran hijos solas, sin empleadas, y hasta alguna quizás trabajara, pero eso no quita que cada vez se haga más difícil para algunas mujeres congeniar todo lo que conlleva la maternidad. Tan solo pensar en el hecho de que nos escolarizábamos a los 5 y jugábamos con cosas simples porque no teníamos los mismos estímulos que nuestros hijos, que se escolarizan a los dos (el tardío) y son mucho más demandantes porque todo gira demasiado rápido, inclusive para nosotros. Cuando terminó el año le escribí unas palabras de genuino agradecimiento a quien fue maestra prescolar de mis dos hijos, un ser especial. Como para mí se cierra una etapa (no, no pienso tener más) creí oportuno hacerle saber que reconozco el esfuerzo y agradezco su dedicación y, en su respuesta vino el suyo porque la gente ya no se toma el tiempo de tener estos momentos. Y es cierto, ya lo he dicho, la gente ya no se para unos instantes para decir "gracias", "te quiero", hacer saber que la presencia del otro es/fue importante, para hablar, en definitiva, de aquellas cosas que son las que, al final, van a darle consistencia y contenido valioso a nuestra vida. Son esos momentos los que nos llenan el alma y nos dan paz cuando estamos solos con nuestra almohada, al final del día cuando cerramos los ojos. Estamos perdiendo humanidad mirando y juzgando demasiado lo que hace el de al lado sin mirarnos al espejo e intentar, antes, tratar de entender por qué lo hace, partiendo de una premisa más positiva. Estamos perdiendo humanidad dejando de lado las relaciones de piel por las de pantalla basados en la inexistencia de un tiempo que, en definitva, si queremos, podemos controlar. Las relaciones humanas hay que cultivarlas, sí, pero no se puede si no se está presente, si no nos tomamos aunque sea esa media hora entre una cosa y otra, ese café para ofrecer o buscar una sonrisa o una escucha. Entonces sí, puede ser que aquella protagonista tuviera demasiado tiempo, pero haber pasado una tarde cocinando por primera vez en su vida para sorprender a un marido que nunca llegó fue tan frustrante como que le negaran el proyecto a la otra en su trabajo...la sensación es la misma, con distintas consecuencias pero ni más ni menos importante en el mundo de cada una de ellas.