jueves, 12 de noviembre de 2009

Lo natural

Hace un tiempo leí en una tira cómica que hacía referencia al uso (excesivo) de la tecnología, que el personaje principal, luego de enumerar todos los artefactos de comunicación que poseía, llegaba a la conclusión de que era “adicto a la soledad acompañada”. Una definición que me pareció tan ajustada como reveladora.

Hoy se escriben ríos de tinta sobre la velocidad de nuestra vida cotidiana, sobre la necesidad de bajar un cambio, de detenernos a mirarnos por dentro, de volver a lo natural, todos elementos de una necesaria vida más sana, armoniosa y hasta espiritual.
Todas estas ideas se plantean siempre con un elemento que suele ser común a todas: el verbo volver…Sin embargo siempre hubo wonder womans, siempre hubo estrés, en definitiva, quizás se trate más de aceptar los tiempos que corren y hacer que los nuevos elementos sean accesorios y prescindibles.

Hay que aceptarlo, no podemos tirar el laptop, el iphone, el celular, el dvd, la tele plasma con cable y todo incluido a la basura, empezar a plantar una huerta en el fondo de nuestra casa y hacer tai-chi antes de tomar el té verde antioxidante cada mañana en el afán de hacernos de esa paz interior que tanto se pregona, lograr la juventud eterna consumiendo lo que la naturaleza (del fondo de nuestra casa) no(s) da y estar siempre con una sonrisa eterna que debe decirle a todos que somos felices: no es real.

Como en todo, debemos encontrar un justo equilibrio, entre esto y aquéllo. Aceptarnos como somos, querernos y conocernos, cada uno sabe qué es lo que lo reconforta, de eso se trata: de tanto en tanto darnos un espacio para tomar mate con amigos, apagar el celular, cerrar el laptop, caminar un rato por la rambla…para cuidarse hay que conocerse, creo que ése es el secreto mayor. Hay que cuidarse de esa soledad acompañada porque nunca deja de ser ella.

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