jueves, 13 de abril de 2017

Bienvenida al club IV

El divorcio (segunda parte)

Hay clubes dentro de los clubes…es lo que descubrimos luego de un tiempo e identificar a la gente real no es fácil. El encasillar a las personas y pre juzgarlas no es de nuestro tiempo, si bien existió siempre, ahora es más ruidoso…las redes morales facilitan ese camino. Demoramos en entenderlo, pero el verbo es fundamental para desenredarte de esa telaraña y seguir adelante.

Todos nos equivocamos y por eso está bueno buscar a quienes consideramos y explicarles nuestra versión de la historia, decirles que nos lastimaron, sin querer, pero que sus personas valen más para nosotros que eso. Después dependerán de sí.

Esta otra cara del divorcio, más externa, de a ratos reaviva la tristeza. La desilusión solo resta y a veces demoramos en darnos cuenta. Cuando creías que ya estabas cruzando la meta, llega un comentario tergiversado, una mentira, una mala actitud en un mal momento y basta para revivir aquel golpe de soledad todo de nuevo, paso a paso.  Porque hay clubes dentro de los clubes y en esta etapa, por tus hijos, el club “padres de colegio” adquiere una dimensión que sorprende. El instinto primitivo de proteger a tus críos te lleva a prestarle atención a algo que, en realidad, no importa.

Quien no se preocupa por escuchar la otra versión de las cosas (seamos claros, todo prisma tiene más de una cara), es porque no le interesa. En todos los grupos humanos hay gente que prefiere pasar el tiempo adivinando y juzgando a otros sobre conjeturas que les cierran en sus cabecitas y tranquilizan sus vacíos, porque las reasegura en sus propias existencias.  Ladran Sancho…y lo que digan solo habla de sí mismas.

No hay que perder el norte: que tus niños sigan siendo niños, que no ocupen lugares que no les corresponden, las miserias de los adultos deben quedar entre los adultos, y si alguno no cumple con esta premisa hay que hablarlo con ellos (con los niños, claro), siempre hablarlo.

Eso, que ladren Sancho…

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