domingo, 10 de noviembre de 2013

Saludo a mis 30: un año de despedida.

Este mes comienzo mi último año en la terintena. Creo que es digno de festejo tanto como la llegada de los 40, el año que viene.

Las sensaciones se mezclan, entre abandonar lo que quedaba de joven y entrar en la adultez definitiva porque convengamos que mientras estás en los 30 el mundo te sigue en ese estado intermedio. Ahora ya con 40 cagaste, entrás en el club de las veteranas y ¿sabés qué? No importa.

Lo que me resulta interesante es que es un nuevo click que algunos se lo toman más a la tremenda que otros.

Si lo pensamos bien, los treinta tienen tanto de bueno como de malo, así que podríamos ponerle un poco más de fe a este final, mejor onda y mejores expectativas a lo que se viene.

Por ejemplo, ayer un coche paró al lado mío, yo acaba de estacionar y el muchacho que lo manejaba me pidió que bajara el vidrio. Cuando lo hago me sorprende con un discurso al mejor estilo película romántica hollywoodense: te vi y di la vuelta porque pensé "tengo que conocer a esta mujer, ¡qué guapa!"...

A ver, sábado yendo a buscar a mi hijo a la escuela a las 10 de la mañana. Había tenido dormida y por supuesto yo me había levantado no hacía más de 40 minutos, me había puesto el jogging, una colita y listo ¡ja! El último momento en que podía suponer que alguien me podía decir algo así era ese, sin duda. Tanto es así que mi primera reacción fue responderle: ¿me estás jodiendo? Lo que obtuve por respuesta fue un rotundo "no", que era divorciado hacía 9 meses, arquitecto y que, por favor, teníamos que tomar un café.

Amablemente lo rechacé, dado que no estoy en ese tren, no sin antes agradecerle por haberme alegrado el día. Sin decir más, se fue.

Más allá de la anécdota lo bueno es que la vida te sorprende, no importa la edad que tengas, hay cuestiones que son de actitud, de cómo nos paramos frente a ella. Los treinta son una década difícil y todo lo que tiene de trabajo duro lo tiene de felicidad y descubrimientos en nuevos mundos que nos hablan con miradas, sonrisas, comentarios inocentes...esos niños para quienes somos la guía y el sostén, su mundo.

Saludo a mis 30 porque aprendí lo que no está en los libros, porque observé, me conocí y la calma sabia que acompaña el pasaje de los años me ayuda hoy a tomar mejores decisiones. Me despido con gusto de una década de mucho trabajo gracias al cual recibiré a los 40 en paz conmigo misma, sin que las canas y las arrugas pretendan otra cosa que señalar el camino recorrido ¡salud!