viernes, 18 de marzo de 2011

Las capas de la paleta

La maternidad es como la paleta del pintor, llena de colores, algunos grises, otros brillantes, fuertes, suaves, algunos que se descubren solos en la mezcla, algunos que los creamos, queriendo y sin querer. En la paleta van quedando capas y una de ellas es la escolaridad. La socialización del bebé primero, en el jardín, el primer aprendizaje en el prescolar después y EL momento por excelencia, la primaria.

Hay dos fases primeras en las que nos movilizamos como flancitos: el primer día que dejamos solos a los bebés en el jardín y el día que le pusiste el uniforme de primaria a tu hijo por primera vez. Te cae la cuenta de los años pasados ¡y no lo podés creer! ¿Ya entra a primero? Es el último pasito en el abandono total del bebé, que después fue bebote, niñito...ya está, es un niño hecho y derecho, ¡6 años!

Lo peor es que tan magno evento lo es tal más para nosotros que para ellos, que hacen fuerza para sonreir en las múltiples fotos con el uniforme nuevo, antes de salir de casa, en la puerta de la escuela, en la puerta de la clase, uffff pensarán ¿cuándo termina esto? Es que nosotros no estábamos escolarizados desde tan pequeños ni llegábamos a primaria sabiendo leer y escribir...Quizás haya algo de eso, quizás también haya algo de saber que abandonamos una etapa de mimoseos, de mamádependencia, que en el fondo nos da cosita.

Claro que para ellos también es importante, dejan el "sector de los chiquitos" del cole, pasan a ser "grandes", aunque después se den cuenta de que también pasaron a ser los "chiquitos" del sector de "los grandes"...Como sea, ellos también lo viven como un cambio, ya no van a jugar tanto, van a trabajar más...

Por una o por otra, la llegada a primaria del primer hijo sigue siendo movilizadora y reveladora. Es un antes y un después, si no lo habías notado, o no lo habías querido ver, ese día te cae la ficha: crecieron, creció, creciste.

jueves, 17 de marzo de 2011

Cuando las lágrimas son en solitario

Hay momentos en los que las situaciones superan, abruman, marean…son esos momentos en los que buscamos refugio, algunos en esas familias que funcionan como clanes cuando las cosas se ponen difíciles, otros en la red de amigos que dejan todo para estar y apoyar, algunos en su propia casa, en la contención de los brazos del otro que es capaz de sostener y ofrecer el espacio para llorar y rebelarse…Pero a veces estas redes no funcionan, o las situaciones se dan tan intempestivamente que no dan tiempo a reaccionar y de golpe estás solo con toda esa carga, resolviendo, decidiendo, sin encontrar el lugar ni el momento, ni el con quién explotar…y el no hacerlo pasa factura, pasás de la tristeza enorme a la intolerancia, de la intolerancia a la indiferencia…y el cuerpo se resiente.

En estos momentos hay que escucharse, llorar en solitario, pero llorar, descargar y encaminarse hacia lo que haga que la carga sea más fácil de llevar, hay momentos en los que las lágrimas en solitario también ayudan y resuelven, hay giros que la vida te obliga a dar que para encararlos hay que pelear antes y eso puede significar que lo hagas solo.

Quizás es el momento de cambiar el aire, de renovar espacios, de retomar otros mundos abandonados, de volverse hacia dentro y darse lo que el entorno no puede, esos mimos al espíritu, esas caricias en la cabeza, ese abrazo que te sostenga…Somos nosotros mismos que debemos buscar lo que nos reconforte en ese momento, lo que nos haga llevadera la situación vivida, no siempre viene sola...no siempre el mundo, tu mundo, se entera de lo que estás pasando,no siempre sabemos decirlo y, a veces, aunque no lo puedas ver en ese momento, es mejor así...

sábado, 5 de marzo de 2011

¡Bienvenida al club! II (segundo hijo)

Llegó el día, tu hijo cumple 2, un año mágico en el que tanto él como vos hacen un click (otro más, casi el último). Es el comienzo del fin de la etapa (bueno, la primera etapa) más trabajosa y dura de la maternidad, es cuando el disfrute empieza a ocupar más lugar, la calma y la armonía coquetean con volver a tu espíritu y él, tu hijo, descubre que hay un mundo más allá de vos. Un mundo que, de golpe, resulta demasiado grande.

Ese mundo es el que empezará a cuestionarte desde el mismísimo día de cumpleaños “¿para cuándo el segundo?”… y vos que empezabas a disfrutar la sombra de la libertad que alguna vez tuviste, que empezabas a mirar a tu marido con aquellos ojos otra vez… luchás para no dejar entrar esa certeza que, muy en el fondo, sabés que existe: lo vas a volver a repetir…¿pero ya?

¡Tan segura estabas cuando nació el primero de que era el último! Pero, dicen que la naturaleza es sabia y relativiza las memorias para que vuelvas a hacerlo. Yo no creo que sea tan así, te acordás perfectamente, por eso dudás tanto…el tema es que el mundo se confabula con decirte que “el segundo es más fácil” y así, con ese vil engaño entrás asumiendo que es un hecho. La decisión de darle un hermanito/a a este niño que tiene demasiada atención y un mundo demasiado grande para él solo, no siempre es fácil de tomar, por eso lo mejor es no pensarlo, hacelo. Después te vas a dar cuenta de que entrás en un nuevo club: el de las madres de dos (bá, tres).

Ya está, tu panza explota y tu pecho también, sólo que esta vez no podés dormir cuando tenés ganas ni sentarte a descansar cuando tus pies no dan más. Tu niño, el que ya salió, te reclama, te exige, te ama, te odia, y vos luchás entre la culpa y el peso de tu cuerpo, querés compensarlo y educarlo…sin darte mucha cuenta, querés que crezca de golpe y te ayude.

Al final sólo querés que nazca ya para que vea que no es ningún monstruo, que no lo vas a echar de casa, ni a remplazar como un cepillo de dientes.

Cuando finalmente llega el día te das cuenta de qué quieren decir en realidad con eso de que el segundo es más fácil…no es más fácil, lo llevás mejor; y lo llevás mejor porque ya sabés lo que se viene, lo tolerás mejor porque los cambios no te sorprenden, ya incorporaste de tal manera el llanto del bebe que no te estresa tanto y esta vez, como ya lo viviste, tenés la certeza de que pasa, de que se acaba. Pero te duele igual, te agota igual, el jogging se adhiere a tu cuerpo por meses igual, odiás a tu marido igual…solo que ahora en vez de luchar con uno (o dos), luchás con dos (o tres).

Ahora el grande un poco se calmó cuando vio que no lo desterraron, que esa cosa que salió de la panza de Ella, ocupa lugar pero no tanto como él imaginaba, al menos los primeros meses. El tema retoma importancia cuando el segundo se despierta, empieza a interactuar, a reir, a Ser. Ahí entendés el verdadero significado de este club…son dos y vos…vos seguís siendo una.

Sin dudas, más allá de todo lo bueno (buenísimo) y positivo que nos da traer un hijo (dos, tres) al mundo, deberíamos estar mejor informadas y psicológicamente contenidas para lo que significa. Acordate, el segundo no es más fácil, lo llevás mejor y te digo, para ser madre no hay un manual único, cada una hace lo que puede...y está bueno que te lo digan.